jueves, 22 de agosto de 2013

I am not a whore



Cuando te veo me siento bien Divinilys y comienzo a cantar algo así como

I touch myself and I want you to touch meeee (8)

Te quiero comer la boca. Y no respires, porque cuando lo haces realmente matas el filin, no se si te han dicho pero no tienes mucho ritmo cuando besas y cuando respiras mucho te vas de manera extraña.
Por eso prefiero que me toques a que me beses y por eso sigo cantando
when I'm feeling down I want you above me (8)

Te veo más tarde, bebe, y te llevo un bon o'bon para que cuando te bese pueda probar chocolate sin molestarme por engordar.


Simple

Leyendo sobre la contribución de los estudios iconográficos en la historia del periodismo me doy cuenta de que me he equivocado de universo. 
Don't get me wrong, me encanta aprender, pero por la concha de la lora, qué estoy haciendo aquí. Quiero irme a estudiar cine y a hacer cuentitos, escribir, dirigir, vivir de esas cosas bohemiasas que mis padres ven como OE QUÉ TE PASA, ESTUDIA ALGO DE VERDAD, por lo menos ahora. 
Sorry Padres, but I kant.
En fin, y nada, trato de ver todo optimistamente: mucho de esto me servirá en algún momento. Y, además, todo se resuelve siempre con cuestiones de dinero: en periodismo tengo trabajo.
O, quizás, la respuesta de toda esta cuestión y odisea es más simple de lo que parece:
No tengo huevos para dejar la universidad y estudiar cine.
Así de simple.

miércoles, 15 de mayo de 2013

No pues

Mi cuerpo comienza a tener necesidades hormonales. Después de la última vez que las satisfice, esta es la primera vez que mis hormonas se manifiestan.
Entonces entro a facebook y miro mi lista de contactos conectados. Un amigo con el que ya he tenido esas cosas estaba ahí, disponible para la vida y el amor. Entonces le hablé.
"Hola, ¿sigues en tu trabajo que me dijiste hace una semana?" Le dije, así, como quien plantea una conversación que puede durar más de tres lineas en facebookchat.
"No" me dijo y me paso una página graciosa que no abrí porque estaba concentrada en convencerlo de que venga a mi casa a toda prisa.
La verdad nunca había hecho esto de proponer cosas a alguien y esta sería mi primera vez. Extraño. Demonios, ¿cómo hacía este broder para que yo vaya a su casa y todo bien? ¿Cómo?

miércoles, 1 de mayo de 2013

Lo siento


Te voy a llamar. Te voy a decir que no puedo vivir sin tu vocecita de miel, te daré un interesado "te extraño" y luego soltaré una risita tonta y ligera, como quien no quiere la cosa, como diciéndo "tú me haces reír, tú". Esperaré a que sea de noche para que sientas que eres lo último que escucho antes de dormir. Te diré, exactamente, que eres lo último que escucho antes de dormir y terminaré con una sonrisa, para que sientas mi voz sonriente. Luego colgaré, leeré algo y llamaré a alguien más - o quizás reciba una llamada de alguien más. Me conectaré a facebook, hablaré con alguien en facebookchat y me olvidaré completamente de que estuve hablando contigo antes. Te usaré, te diré que te quiero, te haré enamorarte de mi o que pienses que puedes hacerlo. 
Pero hoy no. Hoy no quiero fingir. 

Hoy  no vengas. Hoy no me llames porque hoy yo no te llamaré. No te aparezcas en mis clases, no intentes comunicarte conmigo, no me digas que me quieres porque seré sincera y te diré que jamás te quise, que solo  me estoy entreteniendo, que solo quiero hablar contigo. 
Hoy quiero herirte. Hoy quiero que llores y que me preguntes qué es lo que ha cambiado, qué ha pasado, por qué ya no soy la misma. 
Te sonreiré con sarcasmo y resultarás divertido. Te preguntaré si realmente te has creído todo mi teatro. "Solo quiero hablar contigo". No me gustas, no me interesas, si te mueres hoy o mañana no es de mi incumbencia. Solo quiero sentir que estás aquí, a mi lado, muriéndote por mí.
Sí, así soy.
Por eso hoy no te quiero ver. Porque si te veo de lejos te volteo la cara y me escapo de ti. Hoy estoy observándote y me das pena. No me abraces, por favor, me salen ronchas y me da asco. ¿Qué esperas? Vete. 
Y lo haces, te vas.
Luego será mañana. Y te llamaré, te perseguiré, te diré que me disculpes, que te quiero, que soy así, impulsiva, que tengo malos días. Ven, que te quiero aquí a mi lado, me haces feliz. No finjas, por favor, si sabes que al final vendrás corriendo. Al decir que no vendrás lo único que haces es hacer este proceso más lento, que al fin y al cabo, siempre terminarás aquí, venerándome y yo siempre estaré allá, besándote, cogiéndote y luego desechándote. 

Así somos. No te amo.

sábado, 6 de abril de 2013

Chico pálido


Voy a tu casa y me atiendes en pijamas. Tienes un descaro único.
Puedo tocar tu oreja y recostarme en tu cama/fouton para escuchar el disco nuevo que me has comprado. Me dices que no me entiendes y luego te cagas de risa.

Sabes que no te amo, pero aun así me dejas jugar con tu cabello.
Eres un chico lindo y por eso mañana te cantaré una canción.

jueves, 28 de marzo de 2013

El chico

Me da mucho gusto hablar contigo, ver películas francesas y que me toques las canciones que compones con tu bandilla. Me gusta tu estilo todo rockstar aunque tus canciones sean de un rock suavecito.

También me gusta tu cabello porque puedo jalarlo y no se rompe. Me gusta que escuches canciones de Bob Dylan mientras me quedo dormida. Me gusta que las cantes y que pases tu pulgar sobre mi cintura.

Me gusta que no me presiones para estar en una relación y que me dejes en paz con eso. No quiero estar contigo y me gusta que lo entiendas. Me gusta que me leas un poema mientras te digo que no quiero estar contigo.

Por eso, déjame llenarte de mi perfume Benetton y de labial los dientes y yo te dejo tomarme de la mano por Lima.


lunes, 25 de febrero de 2013

Monólogo para el amigo


Le quiero y se que me quieres también. Como una proposición yuxtapuesta que no se aflige cuando me observa, cuando ve en esos ojitos las pupilas de los míos. No me canso de decirle a todos que lo detesto, aunque me impone el divino placer de ser su amiga y de poder abrazarlo cuando quiera. Como cuando apoya su cabeza sobre mi hombro, absorbe el olor de mi cabello y yo trato de quedar menos embrujada que usted con mi sonrisa de medio lado y mis palabras distraídas. Nos encanta burlarnos de lo obvio y enajenarnos del mundo para ser por unas horas solo nosotros dos sin nadie más, sin la tuya y sin el mío, desde siempre y ahora con más intensidad te puedo ver a los ojos y saber que solo me estás mirando a mí. Que me muero por escapar contigo pero te huyo así como tú te huyes de mí y nos pasamos la vida habiéndonos encontrado pero buscándonos en otras personas, dándonos el lujo de perdernos el uno del otro, sabiendo cuál es nuestro lugar pero prefiriendo estar en otro lado. Tratamos de no tocarnos, porque si lo hacemos, quizás, el mundo se vuelve todo negro y nos olvidamos de lo demás, por eso preferimos no hacerlo, porque siempre es más fácil hablarnos el uno al otro con miradas cómplices  palabras tardías, café, humo, risas y esos pícaros roces de piel de vez en cuando compartidos con nuestra burla al universo entero para sentir que somos almas gemelas que tienen los títulos de amor y pareja en otra parte.




lunes, 11 de febrero de 2013

jueves, 10 de enero de 2013

palabras



Antes detestaba la palabra ex. Me daba roche, como la palabra enamorado, flaco, novio, etc. Ahora lo veo como una manera de no decir el nombre del susodicho y enunciarlo como un ser sin identidad. Cheveraso.

To make the long story short: Quizá me muero por mi ex. Mi ex-ex me detesta. Me intriga la sexualidad de mi ex-ex-ex. Detesto a mi ex-ex-ex-ex. No sé si mi ex-ex-ex-ex-ex sigue vivo.


Y eso es todo lo que puedo decir al respecto.

miércoles, 2 de enero de 2013

Este no es mi cuerpo

Lucía que siempre predicaba que la separación del cuerpo y la mente eran una excusa de todas las anomalías, ahora toma sus cosas y va hacia su departamento. Baja las escaleras con su compañía y observa cuidadosamente cada escalón porque tropezar con la mente en las nubes es muy fácil para cualquiera, sobretodo para ella, que últimamente sus pies no pisaban el suelo. ¿Qué pasa, Lucía?,  ¿Cuándo te vas a preguntar si fue un error venir?. Se despide con una prisa que le duele porque preferiría quedarse más tiempo y prolongar la visita. Entonces lo observa con esa mirada que solo tiene reservada para él y, para variar, queda en un absoluto ridículo al percatarse de que aquella mirada que aspira a un momento de sensualidad, intimidad y complicidad solo logra el "nos vemos" de la misma persona que acaba de cerrarle la puerta. No se decepciona y lo que en verdad le duele es el no decepcionarse. Recuerda que ha traído sus audífonos en su bolso de mano y los conecta con el reproductor, siente que eso servirá para no pensar en el camino y conseguir paz sin la necesidad de prender un cigarro en esa larga caminata hacia su edificio. No lo logra. Mira hacia los costados como si lo que está a punto de hacer fuese un acto a escondidillas, lo cual, en cierta forma, lo era. Tomó el cigarrillo de su caja roja, trató de prender el encendedor rosado que tenía hace varias semanas y, como es usual, no le funcionaba. Ahora tiene que intentarlo hasta que prenda. Inténtalo más veces, Lucía, como siempre lo haces. Inténtalo más veces hasta pensar que estás quedando como una inválida mental frente a la gente que pasa por tu asfalto y observa cómo no puedes encender ese cigarrillo en tus labios y de pasada, algún día, hazte revisar esta incómoda manía que es el sentir que todos te observan y hablan solo de ti, como si no tuvieran algo más importante que debatir o resolver en sus mentes a parte de tu revoltosa existencia. Ya lo ha encendido.

Camina por las veredas y las calles chicas porque detesta el ruido de las pistas. Sí, Lucía, como si el ruido de las pistas fuese mayor que el ruido de tu mente. Tú que tanta bulla tienes y que no sabes cómo callarla. Basta de tonterías Lucía, deja de mentirte a ti misma como te has estado mintiendo todo este tiempo, pregúntate, aquí  mismo, ¿fue un error venir?. No, no lo hace, no se lo pregunta. Sigue caminando hacia su departamento, se siente toda una chica y hasta se siente libre. Piensa que fue así como ella quiso siempre estar, con un amor libre y otoñal. De esos que no tienen prisa, de esos que no te atan como el perro al poste cuando haces tus compras en el mercado. Ese amor, ese amor, ese amor, ¿ese amor? ¿Es un amor, Lucía? . ¿Te ama, Lucía? A quien le importa, te dices. A ti te importa, Lucía.

La caminata se hace eterna y de pronto le pesan las partes del cuerpo, comienza por las piernas. Se quiere dejar caer, como un trapo o como una bomba. Como ambos se siente. Quizás haya sido el mareo del cigarro, quizás haya sido el dolor que le causó en el último acto en su cama. No sabía por qué le había causado dolor en las piernas, pero el hecho es que así fue y ahora no podía caminar. Está lenta, va despacio.  Entonces Lucía se toca las manos que ahora están sudorosas y se dice a sí misma que no quiere pensar. El problema es que tú sí piensas Lucía y siempre has pensado. Y ese chico que acabas de dejar en su departamento te prometió la vida entera un tiempo y ahora te promete estos rezagos que fue su amor. Porque a ti, Lucía, a ti él te ha dicho ya que no te ama. ¿Por qué no eres sincera contigo? Sería bueno, quizás, que te preguntes si preferirías otro tipo de amor, un amor de esos debajo de la luna, con una manta abrigadora y un buen vino. Pero todo este esfuerzo al preguntártelo es inútil porque recuerdas siempre que él fue uno de esos amores. Pero ya no lo es, Lucía, ya no lo es. Tú eres otro tipo de mujer. Se hecha a reír. Ni siquiera sabe qué tipo de mujer es.

Aun faltan unas cuadras para llegar a su departamento, mira su celular, quiere llamarlo, siente la urgencia de llamarlo, observa que ella lo llama más veces que las que él lo hace. ¿Por qué? ¿Por qué siente esa urgencia de hablar con él? Estás agobiada, esto no es saludable. Piensas constantemente en ustedes, en lo que sucedió antes, en por qué no te llama, con quién se está viendo, ya no te quiere, ya se terminó todo, debe estar molesto contigo, todo se fue al diablo y sientes ese vacío que te carcome, esa obsesión por no perderlo.Lo gracioso es, Lucía, que puedes recordar cada palabrita o cada suceso de cuando estaban juntos antes de la separación pero no puedes recordar las escenas o los momentos del sexo después de terminar, es decir, de cada vez que tienen relaciones ahora, no puedes, tratas de recordar las caricias y no aparecen, no vienen a tu mente. Ah, claro, excepto dos veces en las que sentiste que te quería, una en tu cama y otra en la de tu mamá, nunca en la suya.
No es novedad que se ha vuelto tan dependiente de sus palabras que ya no sabe qué excusa inventar para estar cerca, para acompañarlo cuando él tiene que salir, decirle que ha perdido sus llaves, que no puede entrar, que si podría por favor ir a su casa para tener un lugar donde quedarse hasta que alguien llegue y abra la puerta, que está cerca del lugar donde él está y podrían encontrarse, que no tiene nada que hacer esa tarde, sincérate, Lucía, ¿por qué no le dices que lo quieres? Porque ya terminaron, ah, Lucía, qué inteligente y digna eres.

Tú no lo entiendes, no entiendes por qué te ha buscado después de dejarte. No lo entiendes. Tampoco entiendes por qué te besa. Tratas de entender por qué tiene relaciones contigo, tratas, porque tampoco lo entiendes. Él le dice que es porque tiene ganas. Tú no lo asimilas porque muy dentro tuyo piensas que te quiere, que no puede estar sin ti y por eso ha creado este juego de seducción, esta necesidad que no solo es tuya, Lucía, que también es de él, Lucía, él también te necesita y por eso no te deja ir. Te quiere, Lucía, te quiere, te quiere, no, no te quiere, no te quiere, Lucía, te quiere, sí te quiere. Eres tan tonta, Lucía. Tan vacía, Lucía. Ni siquiera quieres prometerte que esta será la última vez porque te encanta tener relaciones con él, te encanta. No es que te hayas convertido en ninfómana, es que simplemente te encanta que sea con él. Una vez, él le dijo en una de sus discusiones por teléfono y ahora ella lo recordaría, fue una de esas veces en las que discutían sobre lo que al parecer ya no entendían y él fue claro, o quizás no fue claro, Lucía, ¿tú que crees?. Él le habló serenamente y le dijo lo que pensaba, le dijo que quizás ella veía las relaciones, el sexo, los actos plenamente eróticos como una manera de atarlo hacia ella. En ese momento te sentiste completamente desnuda, como si te hubiera descifrado y herido y apuñalado y matado y violado y ridiculizado y abandonado y entonces tú eras el personaje tonto de la película, el bufón de las historias, la pobrecita que se había enganchado con un chico y ahora este se sentía aterrado hacia la posibilidad de que ella este enamorada. De qué hablaba, te preguntabas, si ustedes ya habían estado enamorados. De qué hablaba, no sabías.

Pero Lucía aun sigue yendo al departamento del chico que fue su chico y seguirá yendo cada vez que él o ella o alguien se digne a levantar el teléfono. Lo peor, Lucía, lo que mas te duele, es que quizás no seas la única a la que él está acudiendo. Ni siquiera es una idea, porque él ya te lo preguntó, Lucía, él ya te preguntó si podía ver a otras chicas a parte de ti. Y, Lucía, quizás no lo sentiste en ese momento, pero eso ha sido una de las cosas que más te han dolido en la vida. No porque fuese él, sino porque eras tú. Sin embargo, aun seguías pensando que te quería. No se si eres tonta o soñadora, Lucía. Pero yo te veo absurda. Y quizás también te ve absurda su familia, a la que tanto le temes porque sabes que te notan y que probablemente piensen que pasas demasiado tiempo allí o que lo llamas para que pase tiempo contigo. Incluso tu familia, Lucía, tu mamá piensa que has perdido la cabeza y ya no tienes amigos. Eres la chica que evito, Lucía. ¿No quieres saber cómo te sientes en verdad? Ella no le cuenta a nadie lo que le sucede, quizás a un par de amigas, pero nada tan profundo, lo mantiene como un secreto entre los dos y él le ha dicho que también lo mantiene así. Ya se acerca y está a una cuadra de su casa. Llega. Saca sus llaves del bolso. Su cara está seria, como últimamente siempre lo está. De una vez, Lucía, pregúntate  ¿Fue un error ir? Pregúntatelo, ya, sin más, ¿es un error seguir viéndolo? . ¿Fue un error ir? Abre la puerta de su casa. Recibe una llamada, es él. Y tú, Lucía, comienzas a pensar que no, no fue un error haber ido.