- Hola, le dije por teléfono, ¿nos vemos?
Me dijo que ya. Derepente él estaba desocupado. Él sabía que mi "nos vemos" es un "estoy arrecha, ¿qué haces?". En fin, no me importó.
La última vez que lo hicimos había sido cuando él tenía dieciocho y esta vez, a sus diecinueve, el seguía siendo el mismo chico que no necesitaba de tantas palabras. Yo, por mi parte, seguía siendo la misma menor de edad. Nos fuimos a un hotel bien barato que queda por la avenida larco, en miraflores, un poco lejos de nuestras casas. Pero bueno, le metí el floraso de que quería ir ahí y no a alguno de aviación o por mi casa ya que en verdad tenía muchas ganas de miraflorear porque ese es nuestro distrito.
Me creyó y fuimos.
Pedimos la habitación, le dije que yo no tenía plata y me dijo que no importaba, él pagaba, le sonreí y le dije que chévere, me sonrió de vuelta. Le pidieron documentos y él dio los suyos. Pero no permití que eso borrara mi sonrisa, yo estaba radiante para él. Hablamos mientras subimos las escaleras, me abrazaba de maneras "sensuales" y yo , bueno, normal.
Entramos al cuarto y puse el control remoto sobre la mesa al costado de la puerta.
"Un momento" me dijo y entró al baño. Siempre hacía eso, aunque aveces lo hacía después. Bueno, supongo que el orden de los factores no altera el producto.
Salió del baño y sonrió. Me besó. Sonreí a mitad del beso y él también. Lo toqué en todas partes y él hizo lo mismo. Me decía cosas al oído y yo solo sonreía. Me cansé de besarlo. Bajé por sus piernas. Me sentía mejor ahí que en sus labios.
Desordenamos la cama. Hacía todo lo que me decía que haga. Él igual. Me aburrí un poco, pero es porque pensaba en otra cosa. No lo notó. Seguimos y cuando se terminó, él estaba demasiado cansado. Me senté y él se quedó en la cama, dormía.
Esperé que ya sea tarde y me paré. Cogí su celular, su ropa, sus zapatos y lo que había en su billetera. Me rei un poco con las fotos de sus carnet's. "Cara de fumón"
Guardé sus cosas en mi mochila (le dije que la llevaba últimamente a todas partes y por eso la había traído) y la tomé. Le sonreí mientras él dormía. Qué bien me sentí. Quizás nunca me había sentido mejor. Pensé en dejarle un papel diciendo algo, pero no, muy trágico y novelesco. Simplemente me fui.
Salí del hotel. La recepcionista me miró raro. No me importó. La pensé dos veces. Me acerqué a ella y le dije "Lo siento, soy menor de edad y yo tengo que irme rápido". Me miró incrédula. Di media vuelta y sonreí. Llamé a mi papá para que me recoja, le dije que tenía hambre y compramos una bembos.
Desactivé mi celular, no me tiene en facebook o en alguna otra red social y no me puede reclamar nada si me ve o será vergonzoso y humillante para él.
Adiós y jódete.