lunes, 25 de febrero de 2013

Monólogo para el amigo


Le quiero y se que me quieres también. Como una proposición yuxtapuesta que no se aflige cuando me observa, cuando ve en esos ojitos las pupilas de los míos. No me canso de decirle a todos que lo detesto, aunque me impone el divino placer de ser su amiga y de poder abrazarlo cuando quiera. Como cuando apoya su cabeza sobre mi hombro, absorbe el olor de mi cabello y yo trato de quedar menos embrujada que usted con mi sonrisa de medio lado y mis palabras distraídas. Nos encanta burlarnos de lo obvio y enajenarnos del mundo para ser por unas horas solo nosotros dos sin nadie más, sin la tuya y sin el mío, desde siempre y ahora con más intensidad te puedo ver a los ojos y saber que solo me estás mirando a mí. Que me muero por escapar contigo pero te huyo así como tú te huyes de mí y nos pasamos la vida habiéndonos encontrado pero buscándonos en otras personas, dándonos el lujo de perdernos el uno del otro, sabiendo cuál es nuestro lugar pero prefiriendo estar en otro lado. Tratamos de no tocarnos, porque si lo hacemos, quizás, el mundo se vuelve todo negro y nos olvidamos de lo demás, por eso preferimos no hacerlo, porque siempre es más fácil hablarnos el uno al otro con miradas cómplices  palabras tardías, café, humo, risas y esos pícaros roces de piel de vez en cuando compartidos con nuestra burla al universo entero para sentir que somos almas gemelas que tienen los títulos de amor y pareja en otra parte.




lunes, 11 de febrero de 2013