domingo, 4 de noviembre de 2012

Lo dulce

Querida Doctora Corazón: Hace unas semanas que el chico más dulce del colegio había puesto sus ojos - ocultos por esas grandes gafas- en mí. Yo estoy saliendo con alguien desde el año pasado pero no puedo evitar derretirme por esos poemas que me escribe cuando me reparte una carta cada miércoles y viernes. Se ha convertido en mi amigo cuando antes yo no tenía ni idea de su sola existencia, él dice que siempre supo de mi. A pesar de que se lo mucho que me quiere, siempre acudo a él cuando tengo una pelea con mi - digamoslo así - novio. Él es un chico con problemas y siempre se le ocurre transmitirlos en mí. Grita, pelea, estalla y termina. Es enfermizo. Sin embargo, yo también grito, peleo, estallo y termino. Quizás es por eso que lo entiendo tan bien. Mi amigo, el chico de las cartas, siempre tiene que soportar mis llantos, mis repentinas ganas de saltar desde un auto solo por el hecho de querer hacerlo, mis ganas de beber y mis ganas de fumar por días enteros. Yo lo quiero, pero él también me quiere. No puedo aceptar toda la dulzura que propone en el amor que quiere darme. Entendí, entonces, que quizás a mí me gustaban las cosas aceleradas, como mi personalidad, las cosas difíciles, los retos, lo que me aloca y me hace sentir miserable pero viva, al fin y al cabo.

Ese viernes encontré una carta debajo de mi cuaderno de matemáticas en el casillero:
"Aceptamos el amor que creemos que merecemos"

No lo he vuelto a ver.

Pd: respóndame con brevedad mediante esta misma lechuza, gracias. 

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